Tomando el sol en el
balcón, junto a mi gata, un jueves por la mañana, mientras escucho
Allellujah, de Leonard
Cohen, sintiéndome, tan perfectamente incólume (frente a las
trampas del mundo), como ajeno. Es cierto que fui derrotado, pero ¿qué
podía hacer? Era una puta historia de zombies, todos estaban
vendidos o me traicionaban en los momentos cruciales. En fin, dejemos
la basura a las cucarachas... Después de todo, conservo intacto mi
sentido del humor, mi desprecio al líder y a los ritos del grupo, mi
amor a la belleza y a la poesía. Mi pasión por la música... Y
algún día, sé que patinaré, más allá de los espejos, sobre una
cúpula de hielo, al compás de una melodía que recordaré aunque
nunca haya sido compuesta...
José Icaria
Nota: siempre mantuve una cierta fascinación por la imagen del patinador danzando en la oscuridad para nadie...