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jueves, 21 de noviembre de 2024

No saldrá gratis

 

No saldrá gratis
la impasibilidad
frente al genocidio.
La irresponsabilidad,
en la protección del clima.
El desprecio por la vida,
el lodazal de la mentira.
 
Pagaremos,
primero con la dignidad,
después, con la cordura.
Y,por último,con la vida.
              José Icaria 

lunes, 4 de noviembre de 2024

Han mentido, esa es la verdad

 


 

Han mentido. Esa es la verdad.


Igual que mintieron con Alka-Eta

para salvar las elecciones.


Igual que mintieron con el Covid

para deshacerse de los ancianos.


Han mentido. Esa es la verdad,


ocultando la gravedad de la DANA

para salvar el puente al lobby del turismo,


mientras que la corriente se llevaba

caravanas de vehículos, 

 

anegando párkings, subterráneos

con trabajadores dentro,

 

que total, iban a morir igual.


Han mentido, esa es la verdad.

 

¿Y cuánto tiempo más seguirán

empantanados, con ese sobrelodo

de políticos y reyes y fachas

y medios haciéndose fotos?


Llegará luego la hora de repartir

los beneficios: petróleo, cables


de cobre, mascarillas, terrenos

urbanizados con peligro de aluviones,


y comprobaremos, una vez más,

el éxito de la gestión, convertidos


en aciertos, los errores.


Han mentido, esa es la verdad.

 

José Icaria

lunes, 5 de agosto de 2024

Las 6 de La Suiza

LAS SEIS DE LA SUIZA

 

 




Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.



Condenas de tres años y medio,

Y ciento cincuenta mil euros,

Por ser sindicalistas.



Les acusan de coacciones graves y de un delito

contra la administración de justicia.

La sentencia de la Audiencia,

El Supremo ratifica.



¿Podría ser de otro modo?

De rata en rata y de roto en roto,

Las heces del franquismo dicen Santa Rita.



Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.



Les acusan de hostigar al dueño,

Y de provocar el cierre, aunque llevaba

Un año en venta la pastelería.



El dueño, un capo de Xixón,

en el gremio de la hostelería,

Interpuso más de 30 demandas

Contra las trabajadoras e incluso 

contra algunas de las vecinas.



Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.



Todo empieza cuando una trabajadora

a la que la empresa debe horas

extra y vacaciones, denuncia,

además, acoso laboral y sexual.



El sindicato desplegó acciones

Frente al local.

Pancartas, pasquines, megáfono:

Lo habitual.



Los sindicatos de clase advierten

De la línea regresiva que supone

Este tipo de respuesta judicial

Contra la acción sindicalista.



Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.

 

 

La reacción es por ahora insuficiente:

¿dónde están las protestas,

Dónde las huelgas?



Nos jugamos mucho,

Contra una posible jurisprudencia

Que criminaliza la protesta.



Esa no es manera de protestar”.

El supremo recomienda

La vía extrajudicial: Cemac

Y resiliencia.



No culpes al sistema:

Hazte emprendedor,

O vete a la mierda.



Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.



Si el derecho de huelga

Quedó ya restringido

Con los Pactos de la Moncloa,



No veas si están ahora crecidos

con la Ley Mordaza,

Que el gobierno más progresista de la Historia,

Mecachis, no consigue derogar.

 

 

Las calles son peligrosas,

No hay como representar al pueblo,

Y quedarse bien calentito,

En el Parlamento.



Son las seis, las seis de La Suiza,

Y aún duerme la siesta

La prole sumisa.



Primero fueron a por los del SAT,

Después a por los de Altsasu,

Entraron ya en la cárcel

Las seis de Zaragoza, y nuestro compañero Abel. En fin,

Tantas y tantos.



Pero recuerda por quién doblan las campanas:

Por cada compañera que entra en prisión,

Hay un derecho que arde,

Y el miedo convierte en prisión

Los cuerpos, las vidas, las calles.



Despierta, échale ganas,

Que no hay mejor resiliencia

Que un buen puñado de piedras.


Son las seis, las seis de la Suiza.

Los pobres van a la cárcel

y los ricos a Andorra y a Suiza.



Son las seis, las seis de la Suiza

Y la alarma sonó repetida.

Descarga y, contra la carga

Del poli tonto, corea el politono:



Trabajador, no más sufrir,

el opresor ha de sucumbir.

Levántate, pueblo leal,

al grito de revolución social.




José Icaria - Ateneu Llibertari de Gràcia










































sábado, 17 de febrero de 2024

Sobre el "se iban a morir igual", de Isabel Ayuso

 


Hace un par de semanas estuve en una jornada dedicada al fenómeno de los bebés robados, coordinada por el Observatorio de la Desaparición Forzada de Menores, con Neus Roig Pruñonosa y la Biblioteca del Campo Freudiano, de Tarragona.

Entre otras cosas, y escuchando algunos testimonios, me llamó la atención el desprecio con que la judicatura, y otras instancias del Estado, trataban a las víctimas.

Ese desprecio no está sólo en las sentencias (es sabido que todos los casos son sistemáticamente sobreseídos: bien por falta de pruebas -la destrucción de archivos y el tiempo cobran su parte-, bien por prescripción del delito, puesto que no son reconocidos, como deberían serlo, como crímenes de lesa humanidad), sino en cómo son tratadas. Por ejemplo, a una mujer que busca a dos hermanos desaparecidos, le dijeron, en el juicio, en los medios de comunicación, que qué más les daba, si total ya eran muchos hermanos. Debería hacer memoria, no acaba ahí, es todo un muestrario del desprecio.

Me dio que pensar que eso determinaba, en no poco, nuestro inconsciente social. Esa culpa, en los opresores, se convierte en una obscena impunidad, que actúa de forma recurrente, como con los ancianos pobres que Ayuso deja morir, porque "iban a morir igual", y en el desprecio mostrado en el trato a las víctimas.

Y, por el otro lado, en los oprimidos (no así en las víctimas del robo de bebés, que no cesan en su lucha), una cierta sumisión, una falta de contestación, que proviene, por un lado de la culpabilidad (cuando el otro agrede, resumiendo mucho, se busca la causa en uno mismo), y por otro, en la recurrente impunidad, que vicia cualquier posibilidad de esclarecimiento, y que acaba conduciendo a una cierta indefensión aprendida.

En definitiva, me parece necesario ahondar en nuestro pasado, para restituir a las víctimas, para evaluar las injusticias, y evitar que estas continúen produciéndose tan alegremente. 

 José Icaria