domingo, 12 de diciembre de 2010

Tanta tinta tan tonta

 


      Es difícil para un “hacedor de versos” exponer su propia poesía. Sé que nunca he rehuido el compromiso, y que mis versos se han manchado a menudo con el hollín y la sangre que miramos sin ver. No hay condescendencia alguna ni tampoco concesiones. Las estrofas se encadenan con la intención de deshacer la permanente trama de falacias que a diario hilvanan los medios de comunicación, a la vez que intentan resquebrajar la gruesa capa de hielo bajo la cual presumimos todavía alguna clase de vida inteligente.
     Pero tampoco podemos traicionar a la poesía, ese milagro de luz y de magia, de ritmo y de palabras, cuyo misterio sobrecoge y nos deja sin explicación a las mismas puertas del hallazgo. Ello explica que haya sacrificado tanta tinta tan tonta, tanta tinta tan tonta, tanta tinta tan tonta… El ritmo es el vehículo: las puertas se abren, o permanecen entornadas unos instantes… Uno ama la palabra, como el artesano a su oficio, e intenta pulirla –puliendo su espíritu- a través del tiempo y la experiencia, o aguarda simplemente el inusitado destello de una estrella fugaz (pero no aparece el uno sin la otra y viceversa, ya lo dijo Picasso).
     Por último, debo decir que la mayor parte de mi poesía (aquella que atraviesa mis rigurosos controles de calidad, y también aquella que se filtra sin que me percate), permanece inédita: mis relaciones con el mundo siempre han sido complejas, y a menudo, he preferido como Bartleby, no hacerlo. Amo la poesía, en sí misma, con la misma pasión que les supongo a aquellos con los que comparto el momento.



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Tanta tinta tan tonta por José Icaria se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en joseicaria.blogspot.com.

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