El entierro de Suárez
No hay poder capaz de fundar el orden por la sola represión
de los cuerpos por los cuerpos. Son necesarias fuerzas ficticias.
Paul Valéry
Al
entierro de Suárez,
en
pleno acudió,
compungida
y sin boato,
la
modélica Transición.
Los
cadáveres en las fosas
insistían,
por favor,
no
remuevan el pasado,
eso
ya se nos pasó:
la
vida es con frecuencia dura,
la
bala apenas nos dolió.
Y en
el Valle, los Caídos,
como
muestra de amistad,
celebraron
un partido
la
víspera de Navidad.
Los
abogados de Atocha,
el
conserje de El Papus,
los
obreros de Vitoria
y
los de la Sala Scala
fueron
largamente ovacionados
por
la Asociación de Víctimas del Terrorismo,
mientras
la propia presidenta, conteniendo la emoción,
los
condecoraba.
Una
división acorazada de elefantes,
por
Valencia, a altas horas desfiló,
como
muestra de conduelo
de
la Casa de Borbón.
Catalunya
enardecida
también
participó
con
un 3 de 9 amb folre
de
los Puig y los Pujol.
En
traje de baño de pana
Felipe
González arribó;
le
hacía de contramaestre,
Alfonso
Guerra, en el Azor.
Mientras
tanto en la bodega
un
motín se sofocó:
un
nutrido grupo de intelectuales
sí,
dijeron a la OTAN, donde antes fue que no.
La
Guerra Civil miraba, desde afuera,
bajo
un manto de silencio;
evitaba
su mirada lo política
y
culturalmente correcto.
Fumando,
Santiago Carrillo esperaba
a
los Pactos de la Moncloa,
que,
tomados de la mano del consenso y la cohesión,
llegaban,
con paso lento, justamente ahora.
De
la Constitución, los Padres, seguían buscando un vientre de
alquiler;
Gutiérrez
Mellado y Tejero, pegados, bailaban un tango;
había
café para todos: invitaba Mario Conde,
mientras
Torrebruno a la Carrá, no paraba de meterle mano.
Cerraban
por fin el cortejo
los
cuartos de las doce campanadas
y
los de los sucesivos mundiales,
el
doceavo gol a Malta,
una
teta de Susana Estrada
y
otra, muy deteriorada,
de
Ana Obregón.
Celebróse,
por último, la misa:
el
monarca, en su discurso,
apenas
si se atropelló:
«Mi
querido amigo Adolfo,
epítome
de la Transición,
en
ti el olvido en alzheimer,
por
todos nosotros se somatizó...
»Todo
estaba atado y bien atado,
pero
todo lo cambiamos para que no cambiara nada:
relegamos
la historia a la política, la política al mercado.
Y,
mientras tú vuelves al polvo,
nosotros,
ahora y aquí, reflexionamos:
de aquellos polvos, mi querido Adolfo, estos lodos...»
@joseicaria
El entierro de Suárez by José Icaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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La esperanza ha nacido muerta. El luctuoso título no pretende sumirnos
en la desesperanza, constata simplemente su imposibilidad en un mundo
basado en los actuales parámetros políticos y económicos. Por debajo de
todos los fenómenos aparentes, sólo el avance imparable del
neoliberalismo permanece como real y constante.
Los poemas de este libro confirman las sucesivas derrotas en los
distintos frentes, pero también suponen un canto al inconformismo y la
desobediencia, y, por último, celebran el triunfo de la invicta poesía:
una flor extraña que vive ajena a la lógica del darwinismo social (y a
las amigables tendencias, dentro de la propia poesía), un objeto sin
objeto, como todo lo que de verdad importa, en un espacio cada vez más
constreñido al pragmatismo.La esperanza ha nacido muerta constituye, en primer lugar, una reflexión sobre este cul de sac al que nos ha conducido el neoliberalismo; y, en segundo lugar, una invitación a pensar las formas (no aparentes) posibles de escapar de él.
Estos poemas –en palabras del propio José Icaria– suponen también un agradecimiento a todas las personas solidarias que han aparecido en el camino, y van de vuelta, en compensación por todo lo aprendido de ellas y de los diferentes colectivos."
Listado de librerías donde puede obtenerse el libro: https://descontrol.cat/on-pots-trobar-els-nostre-llibres/
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