Todo el mundo sabe que los verdaderos delincuentes son los que te roban, cada mes, en el sueldo. Los que te roban, cada mes, en el alquiler. Los que toman decisiones que precarizan nuestras condiciones de vida.
Pero repetir obviedades no disuelve la mentira, porque la mentira está basada en el odio, que se promueve como forma de unión. La unión en el odio, en su más atávica expresión, para proteger los intereses de los verdaderos delincuentes.
Ello va unido a la promoción del "malismo", un clima canallesco similar al que se extendió en la Alemania nazi. El contagio de lo canallesco, la camaradería en el ultraje y el crimen.
Hoy asistimos a esa bazofia. El emperador camina desnudo y su poder se manifiesta solo en las erinias que agitan los medios de comunicación. El capitalismo completa el círculo, regresando de nuevo al fascismo, su auténtico retrato de Dorian Gray.
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