Un gran sol se derrama,
como un huevo estrellado,
e invisibles
niños salen a jugar con la pelota.
O al menos, y eso no me lo negaréis,
un tipo se detiene a comprobar las pulsaciones,
mientras que su perro lanudo
recupera el resuello,
mira y nos ladra:
¡Guau-guau!
Y el eco resuena en el vacío
de la mañana.
@jose.icaria
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