domingo, 21 de julio de 2013

¿A qué llamamos terrorismo? (En solidaridad con los 5 de Barcelona)

Decir simplemente que ayer estuve, junto a Los Bio-Lentos, junto a Juanito Piquete, en un acto de apoyo a los cinco detenidos anarquistas de Barcelona (Juan, Silvia, Yolanda, Xabier, Jose), en el mismo Ateneu Llibertari de Sabadell donde se reunían y que la policía puso patas arribas buscando el tremendo alijo (que todas hemos podido contemplar a través de esas fotografías que no, no responden a una broma), y por el que, ahora mismo, se encuentran detenidas, acusadas de terrorismo.

A nadie se nos escapa que la finalidad de este tipo de prácticas policiales no es otra que la de criminalizar al anarquismo (anarquistas = terroristas), dentro de ese reduccionismo sesgado tan grato al poder, y que, por otro lado, está destinado a calar en un sustrato popular pertinazmente adiestrado en resistirse al análisis.

Como dijo Juanito Piquete, se omite de una forma deliberada todo aquello que también es connatural al anarquismo, como las escuelas libres, –y continuamos, cualquiera de nosotras:– el concepto de dona lliure, la horizontalidad, el asamblearismo, el cooperativismo, el naturismo... Y tantas otros avances que convirtieron a los obreros barceloneses en “la clase obrera mejor preparada de la historia”, en palabras del mismo George Orwell.

Como no quiero enrollarme innecesariamente, simplemente diré lo que todas sabemos: aquello que incomoda verdaderamente al poder no son las pistolas de las anarquistas (que, es cierto, en alguna ocasión se adoptaron, pero fue en defensa propia), si no el hecho de que las anarquistas no van a pactar nunca con el poder, no van a resignarse a ser esclavas a cambio de una cierta pacificación, no van a ceder nunca al miedo, porque, ya lo dijo Durruti, al fascismo (y también leemos “al capitalismo”), no se le combate, se le destruye”, y también: “llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”.

Ya sabemos que al poder le encanta vaciar de contenido al lenguaje, o transmutar el significado de las palabras. Pero si queremos ser mínimamente serios, a la palabra “terrorismo”, el significado que más se aproxima es justamente la acción del Estado: ¿o acaso podemos llamar de otro modo a las políticas “neoliberales” (otra palabreja) de “recortes” impuestas desde Madrid, y también desde Barcelona, la criminal represión (razzias de la policía en Madrid, las pelotitas de goma de Puig)? ¿No es, después de todo, el miedo, lo que consiguen inocular a la población para que esta haga lo que de ella se espera (es decir, reprimir su lógico enfado, resignarse a aceptar una situación exageradamente injusta)?

Por último, sólo nos queda transmitir nuestro apoyo a las detenidos, y llamar a la solidaridad (una vieja arma, no sólo de las anarquistas, sino de todas aquellas que hemos sufrido los embates del poder) a toda la sociedad; recordemos los versos de Martin Niemöller:


Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.



 Artículo: José Icaria

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