Un
poeta se quema a lo bonzo en el Facebook.
Ha
incendiado su estado. Se retransmite en directo.
Ha
adoptado la posición del loto.
Se
ha cubierto la boca y los oídos. Se ha tapado los ojos.
Un
poeta, en el Facebook, arde en directo.
Decenas
de voluntarios vierten cubos
repletos de “me gusta”.
El
humo se extiende ya a otros estados:
Los
selfies aguantan como pueden, con lágrimas en los ojos;
Las
fotos del perfil se hacen enmarcar con trapos mojados.
El
poeta sigue ardiendo en el Facebook.
Los
bomberos, desconcertados, han reaccionado con un “Me gusta” a la cremación, que
ha sido “Me enfada” luego y “Me sorprende”, después.
Recomiendan,
encarecidamente, no compartir, para evitar así que el fuego se extienda a otros
estados.
El
poeta sigue ardiendo en el Facebook.
En
un estado más arriba, alguien tiene un mal día, y necesita consuelo…
En
otro, alguien habla de la policía; en otro, del gobierno; en otros muchos, de
sí mismo; y todavía en algunos, de la entera humanidad.
El
poeta, aún, sigue ardiendo en el Facebook.
Sentado,
en la posición del loto, sobre haces de palabras resecas que, ahora sí, cumplirán
su cometido.
"Hay
que ver lo que hacen algunos para llamar la atención". El comentario obtiene
tres me gusta, Dos me alegra. Un enfado.
El
poeta apenas humea ya en el Facebook.
Su
estado ha sido reducido a cenizas.
La
imprudente acción –han dicho en las noticias‒ ha causado daños de cierta
consideración. Pero, afortunadamente, no se han producido víctimas…
Algunos
aseguran ver al poeta, en el vídeo, encender un fugaz cigarrillo.
Tal
vez su broma postrera…
Un poeta arde en el Facebook - Imagen by José Icaria is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
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