lunes, 29 de mayo de 2017

Rotondas y feng shui de la comunicación


Hoy he estado meditando un poco sobre las rotondas, y de ahí a las plazas y las primaveras "reloveucionarias". La rotonda me parece un elemento paradigmático de nuestra época: evita la siniestralidad mediante una solución sencilla, la sustitución de las líneas perpendiculares por la circularidad propiamente "rotóndica", y los conductores fluyen, absortos en la esfera privada de su vehículo, sin mayor problema que el de haber de aguardar un poco, cuando la circulación es fluida. El diablo de la comunicación desaparece de los cruces de caminos, cediendo paso a la eficacia de nuestro tránsito individual, que se desarrolla sin ningún impedimento, con la cómoda repetición de los días. Todos reparan, sin ver, en ese adefesio escultórico erigido en el perímetro de la rotonda, fruto de un vergonzoso pelotazo.

      Luego pensé en las plazas "reloveucionarias". Sin duda, entre la plaza y la barricada hay diferencias que saltan a la vista. Una corta el camino, la otra, deja que todo circule a su alrededor. Una supone un quemar las naves, la otra, responde más bien a la necesidad de escenificar el descontento. En fin, ese descontento ha sido aplacado, mediante un hábil truco de manos, por nuevas opciones que, es sabido, ahora sí nos representan. En el siguiente capítulo, la corrupción aflora por todas partes y las sucesivas vías de agua son taponadas mediante escenificaciones que concluyen siempre en vergonzosas no-culpaciones y regreso a los paraísos suizos, panameños o andorranos, mientras las estructuras se perpetúan intactas, bajo la acostumbrada alternancia de la marea y la resaca del hormigón. 

      Por nuestra parte, continuamos anclados al viejo scalextric, esperando nuestro turno en la rotonda...

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