La forma en que
 la derecha, hormonada con los recientemente incorporados anabolizantes 
del "populismo de derechas", utiliza algunos términos va más allá de la 
fagocitación del argot de la izquierda, la falacidad de la neolengua o 
la deshonestidad de la posverdad con que hasta ahora nos tenía 
acostumbrados.
Caceroladas 
contra el hambre de los pobres, manifestaciones en descapotable por la 
"libertad".... La libertad, naturalmente, de acabar con la libertad. 
Por no entrar 
en el alegre relativismo de los medios, la equiparada "extrema 
izquierda", o la banalización de términos como "nazi", "dictadura" o, cómo no, "terrorismo": hay 
una vuelta de tuerca en su uso, como vemos, en esa foto movida que sitúa
 las etiquetas bajo el objeto equivocado, obedeciendo a una lógica de 
apropiación, pero también de "escarnio". 
En efecto, me 
parece que en muchas de esas actitudes hay una voluntad de escarnio, a 
la vez que de doblegar la voluntad del lenguaje, ya que no es posible 
edulcorar el curso de los hechos (criminales, e incluso genocidas), y 
que tampoco se desea, puesto que se vive a costa de unos privilegios 
directamente derivados de ellos (y que, ahora se podrían ver en peligro,
 en algún grado). 
En definitiva, 
lo que se perpetra es una violación grupal contra la palabra, contra el 
lenguaje, en un acto cargado de simbolismo, donde la aristocracia del 
cohecho y la corrupción apela al violento acto fundacional, la dictadura
 de Franco, y se ríe de las posteriores hipóstasis "democráticas", 
cubriendo de heces cualquier sentido y, remitiendo, con cinismo, al 
único que le importa, esto es, el de la perpetuación de sus privilegios.
@joseicaria

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