viernes, 20 de mayo de 2011

LA REVOLUCIÓN FUTBOLANDESA


   
Futbolandia, ese país situado en el extremo de Europa, que nos tenía acostumbrados a una pasividad cuasi-nipona, ha despertado de repente y un pacífico seísmo, seguido de innumerables réplicas a lo largo y ancho de su geografía, escandalosamente castigada por los abusos del tocho y la especulación, la corrupción económica, política y social de sus instituciones falsamente revestidas de un velo democrático, ha sacudido las conciencias, largamente aletargadas, ante una desfachatez desprovista ya de máscaras.
    El régimen, auspiciado por una monarquía nunca legitimada en las urnas, sino a través de un mediático simulacro de golpe de estado, ha vivido durante décadas bajo los espejismos de una transición (que fue de todo menos pacífica), de una democracia (donde la separación de poderes, las listas abiertas, nunca existieron), y sobre todo –como dijo Don Fabrizzio en El Gato Pardo: donde “todo cambió para que todo siguiera igual”.

    Durante el mayo ibérico –tal como empieza a ser conocida esta revolución a través de las redes sociales- se ha detenido a numerosos banqueros y políticos (se da la notable circunstancia del último president de la generalitat, Artur Mas, que estuvo a punto de fallecer cuando numerosos médicos se negaban a operarle de un ataque de apendicitis, y sólo en virtud del juramento hipocrático se formó un quirófano de urgencia), se han colectivizado innumerables fábricas y talleres, y los trabajadores organizan sus tareas no en función de una competición irracional, sino según las necesidades de la población, y de otros pueblos del mundo donde el ejemplo ha cundido de forma espontánea, y con los cuales se practica el intercambio (especialmente con aquellos que fueron objeto del genocidio y expolio colonialista).
 
     Por otro lado, la policía desobedeció las órdenes de reprimir a los manifestantes, y la única víctima de la pacífica revolución fue el ex diputado del pp, Federico Trillo, que en un arranque de chulería, y ante la negativa de la aviación de bombardear a la población civil, se subió a un F16 que estalló en pleno vuelo, a los pocos minutos de alzarse.

    Se están formando, asimismo, pequeñas comunidades donde sus componentes se organizan de forma asamblearia y autogestionaria, y se debate la forma de explotación sostenible y racional del medio, así como el reparto justo y adecuado de la producción. El dinero, por supuesto, ha sido abolido, así como la propiedad y la herencia: los niños aprenderán a compartir desde pequeños, para evitar futuras patologías…

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