Un importante alijo ha sido encontrado en el domicilio del poeta barcelonés José Icaria, que en estos momentos está siendo interrogado. Este es el detalle de los objetos encontrados:
Un saxo alto perfectamente afinado, con su correspondiente tudel y boquilla (una meyer del 7), además de una caña Rico del 3.
Escobillas sucesivas para el tubo y el tudel del saxo.
Cinta para colgar el saxo del cuello.
Un metrónomo y un afinador eléctricos.
Una partitura de "The Entertainer" (El Golpe), de Scot Joplin.
Una imagen engañosa que puede parecer lo mismo que dice la leyenda anexa: "¿Una bella mujer o un hombre tocando el saxo?"
Un casco de albañil de color rojo.
Una serpiente de goma.
Un canguro de peluche (sin orificios interiores) .
Un gorro de cocinero.
Un bote de pepinillos (extremadamente picantes) en conserva.
4 chapas: 2 de "prou retallades" (con las habituales tijeras encajadas en un círculo de prohibición), una de "2 dies" (popularizada durante un conflicto del TMB), y una de Radio "Vallekas".
Una flauta andina de madera (que por ahora nadie ha conseguido hacer sonar).
Una flauta de juguete con un deslizador interno.
Una maza de mortero sin magulladuras aparentes.
Un micrófono.
Una nariz de pallaso dentro de una bolsa de plástico.
Una caja de tiritas.
Un cúter con la cuchilla casi totalmente gastada.
Una navaja multiusos (y su correspondiente funda) con cuchillas en al menos dos posiciones.
Un disco tuneado de Beth, de O. T., que en realidad pertenece al grupo de hardcore Def Con Dos, cuyas letras a menudo incitan a la desobediencia y a la rebelión.
Cuatro ejemplares del primer poemario de José Icaria, "Malestar en el Paraíso". Es una muestra del escaso patriotismo y el carácter subversivo de este individuo, pues escribió dicho libro como un pretendido augurio del estallido de la burbuja y la inmersión en una fingida crisis eterna, según sus propias palabras, más o menos. Lo peor del caso es que el libro fue escrito en el 2003, cuando España iba bien y nadábamos en la abundancia.
Una maqueta del segundo poemario de José Icaria, "La Rima de Riesgo". En ella se incluyen poemas de un estilo, denominado por dicho individuo, como "hack poetry", o lo que es lo mismo, "poesía hacker": contiene, se dice pronto, poemas que aparecieron en páginas hackeadas, como la web de la Moncloa, el facebook del PP, las webs de CCOO y UGT, la de CiU, etc.
Un muñeco para hacer vudú.
Una imitación de una cabeza reducida.
Un megáfono con micrófono extensible y ocho pilas semigastadas.
Goma 2, o lo que es lo mismo, 2 gomas, una de lápiz y otra de bolígrafo.
3 camisetas de "La Poesía con la Minería", de color negro y de las tallas XL (2) y XXL (1). Las íes acentuadas son sustituidas por iconos que simulan cartuchos de dinamita.
Una olla (se desconoce la marca, probablemente del Alcampo).
Unos cuernos de demonio rojos, adquiridos en un bazar chino (todavía conservan el "made in") .
Un gorro de fieltro negro del Decathlon.
Tres gafas de sol sin graduación.
Un libro de la biblioteca, nada menos que "La desobediencia civil", de un tal Henry David Thoreau.
El vecindario manifestó -tal como se acostumbra- una perplejidad absoluta respecto a la actividad delictiva del interfecto. "Una persona completamente normal, saludaba, no se metía con nadie..." (Todos los datos confirman, por consiguiente, su culpabilidad: nadie más peligroso que las personas normales, según la tipología de estos casos).
Esperamos, por su bien, que se confiese pronto como terrorista, ya que eso le evitará un sufrimiento innecesario. (Nota: este blog permanecerá inactivo hasta nueva orden).
Los poemas de La Rima de Riesgo surgen, con esa
estafa llamada “crisis”, y es de esperar que se prolonguen
–inevitablemente– en el tiempo. Entre esos poemas, figuran los “Hack
Poetry”, que aparecieron en páginas web hacqueadas “en diferido”... Más información
Malestar en el paraísomuestra
el interior de la máquina tragaperras: los distintos carruseles, donde
los premios se ensartan, para delirio de la población, y las tripas
inmundas, donde el dinero se almacena hasta el momento de la periódica
recogida.
Destrucción, mentira y una pequeña dosis de esperanza, constituyen
los tres planos sobre los que se alzará esta especie de libro
desplegable de nuestro tiempo, caracterizado por la precariedad, que
afecta, no sólo a las condiciones de vida, sino también, y más
íntimamente, a nuestra propia esencia humana...
El borrador contempla que las pensiones futuras sean más bajas a medida que aumenta la esperanza de vida y sigue contemplando que la actualización no vaya en relación con la subida de precios
El borrador sobre el que trabajarán los expertos, según fuentes conocedoras del mismo, mantiene los dos aspectos clave: sigue contemplando que las pensiones iniciales de los futuros pensionistas sean más bajas a medida que aumenta la esperanza de vida, y sigue contemplando que la actualización anual de las pensiones, de todos los pensionistas, también los actuales, no se haga de acuerdo con la subida de los precios, como hasta ahora, sino con una fórmula que dependa del estado de las cuentas de la Seguridad Social... (Seguir leyendo)
publico.es
Con esta reforma, las pensiones dejarían de actualizarse con el IPC, lo que rebajaría la capacidad del poder adquisitivo.
El Comité de Expertos al que el Gobierno encargó un informe sobre el diseño de las pensiones cierra hoy el documento, tras meses de discusiones, que empobrecerá a los futuros pensionistas. Con esta reforma, las pensiones dejarían de actualizarse con el IPC, lo que rebajaría la capacidad del poder adquisitivo.
La idea es que salga ya el texto definitivo que será entregado al Gobierno para su remisión inmediata al Pacto de Toledo, ya que el Ejecutivo quiere su aprobación con la "mayor celeridad posible"... (Seguir leyendo)
Los expertos del Gobierno proponen pensiones más bajas en tiempos de crisis
elpais.com
El 'comité de sabios' propone dos fórmulas que se traducen en menores prestaciones
El informe final deja en manos del Gobierno la decisión política sobre su uso
Aunque no cae estrictamente dentro de sus propuestas, el comité también señala que caben otros cambios en el sistema como cambiar al “considerar las cotizaciones de toda la vida laboral”. De hecho, afirma que este mecanismo “no sustituye la necesidad de otras reformas internas del propio sistema para mejorar su eficiencia y equidad”.
Conscientes de la impopularidad de la propuesta, aunque el objetivo sea la “sostenibilidad del sistema público de pensiones”, el borrador está redactado en tono defensivo. “El factor de sostenibilidad no es sinónimo de recorte”, defiende el borrador. Y argumenta: “A medio y largo plazo, la pensión media representará un porcentaje menor del salario medio, sin embargo, la pensión media real aumentará”. Es cierto que la pensión media puede crecer por otras causas, pero en todo caso será menor que si no se aplicasen las nuevas fórmulas... (Seguir leyendo)
Para Todos La 2 - Entrevista Vicenç Navarro y Juan Torres: "Lo que debes saber para que no te roben la pensión"
Los bancos y las grandes compañías de seguros (cuyos
representantes tienen amplia mayoría en el grupo de sabios que creó
el gobierno para que proporcionara las claves de la nueva reforma)
llevan muchos años tratando de gestionar en provecho propio el gran
volumen de fondos que mueven las pensiones públicas. Con tanta
liquidez como la que maneja la seguridad social se pueden obtener
grandes ganancias en unos mercados financieros como los de hoy día,
en donde las nuevas tecnologías permiten invertir con rentabilidad a
una velocidad de 250 millones de dólares por segundo.
Pero las pensiones públicas son un derecho muy querido por la
población y un instrumento que la gente sabe que es el más eficaz
para evitar la pobreza de la mayor parte de nuestros mayores:
¿cuántas personas ganan lo suficiente como para ahorrar con su solo
sueldo mientras trabajan lo suficiente para vivir con dignidad cuando
se jubilan?
Por eso les resulta tan complicado a bancos y seguros conseguir
directamente la opción a la que realmente aspiran, privatizar las
pensiones públicas para gestionarlas por entero. Y por eso es por lo
que han tenido que elegir un camino intermedio, debilitar
progresivamente al sistema público para que la gente, temerosa de
que sea insuficiente para garantizarle una vejez decente, trate de
cubrirse las espaldas (quienes pueden) ahorrando en planes privados.
Para conseguirlo, la estrategia seguida por los bancos y por los
que defienden sus intereses ha sido muy clara: asustar constantemente
a la población diciéndole que dentro de unos años no se podrán
financiar las pensiones públicas, así que lo más razonable y
previsor es justamente eso, ahorrar en planes privados. Y la
convicción se ha conseguido divulgando hasta la saciedad un
argumento que aparentemente es indiscutible: como cada vez vivimos
más y hay más personas jubiladas resulta que la factura a pagar por
las pensiones públicas será tan cara en un futuro próximo que el
sistema será materialmente insostenible.
Con el fin de convencer a la gente de esa idea los bancos y
compañías de seguros vienen financiando generosamente a un buen
número de economistas que periódicamente presentan sus previsiones
siempre de la misma forma. Con gran cobertura mediática informan a
los cuatro vientos de que dentro de tantos o cuantos años la
seguridad social tendrá un déficit insuperable y que eso colapsará
el sistema público de pensiones así que hay que rebajarlas, atrasar
la edad de jubilación y, en suma, hacer más difícil que realmente
sirva de protección suficiente en la vejez.
Es muy significativo que ninguno de ellos (he dicho bien, ninguno)
haya acertado nunca. Algo normal porque sus modelos son muy
sofisticados pero concebidos a propósito para “demostrar” lo que
estaba establecido de antemano para asustar: que habría déficit en
1990, en 1995, en 2000, 2005, 2010, 2030, 2060…. Y es
verdaderamente sorprendente que los bancos y compañías de seguros
hayan seguido pagando buena cantidad de millones a esos mismos
autores a pesar de que no acertaban nunca en las previsiones para los
años a los que ya se ha llegado. Un caso único en los anales de la
historia: nunca los bancos han mirado tan mal por su dinero
gastándolo en economistas que no aciertan nunca en las previsiones
que se le piden.
Muy sorprendente salvo, claro está, que no busquen argumentos
científicos y rigurosos sino excusas para presionar y sacar adelante
su estrategia.
En todos esos informes los argumentos que dan para asustar a la
gente y lograr que el mayor número posible de personas salga
corriendo a suscribir planes de ahorro privados son aparentemente muy
sofisticados y se presentan como el último grito del conocimiento
científico. Pero en realidad son una manipulación grosera de los
hechos y de lo que de verdad sabemos sobre las pensiones y la
evolución de los sistemas de seguridad social.
En el libro que Vicenç Navarro y yo acabamos de publicar (Lo
que debes saber para que no te roben la pensión, publicado por
Espasa) explicamos con claridad la falsedad de sus argumentos.
Recomiendo vivamente que se lea y difunda para poder explicar a la
gente las mentiras que nos están diciendo. Pero ahora simplemente
quiero mencionar la falacia sobre la que la mayoría de los sabios
convocados por el gobierno están basando sus conclusiones acerca de
la sostenibilidad del sistema.
Parten de una idea también aparentemente indiscutible: hay que
lograr que el sistema de pensiones públicas sea sostenible, es
decir, que sus gastos no superen a los ingresos porque si no se
vendría abajo. Y, para ello, como he dicho, lo único que se les
ocurre es rebajar la cuantía de las pensiones. Una falacia porque
equivale a decir que para que no bajen las pensiones en el futuro lo
que hay que hacer es que bajen ya, desde ahora.
Podemos afirmar que este tipo de argumentos son falsos porque,
suponiendo que lo adecuado sea lograr la sostenibilidad equilibrando
ingresos y gastos (en muchos países se financian a través de los
Presupuestos del Estado), no podemos actuar solo sobre los gastos
sino también sobre los ingresos.
Y resulta que es falso que los ingresos del sistema de pensiones
públicas dependan solo de variables demográficas y particularmente
de la mayor esperanza de vida (un concepto que, como explicamos en el
libro, utilizan erróneamente). También dependen de otras variables,
algunas de las cuales nunca se mencionan.
Una de ellas es el empleo, otra el nivel de salario y, por tanto,
la desigualdad.
Pongamos un ejemplo muy fácil.
Supongamos que financiar las pensiones públicas cuesta 7 euros,
que los ingresos totales de una sociedad son de 40 euros que se
reparten al 50% entre los propietarios del capital y los asalariados
y que éstos dedican la mitad de sus salarios a financiar las
pensiones, es decir, 10 euros. Por tanto, en este caso, habría 3
euros de superávit (10-7=3) en el sistema de pensiones, dinero de
sobra para financiarlas.
Pero ahora supongamos que se han aplicado políticas muy injustas
que disminuyen los salarios en beneficio de las rentas del capital,
por ejemplo, haciendo que a éstas últimas le corresponda 30 euros y
a los asalariados solo 10 euros. Si aceptamos que la población
trabajadora y los pensionistas siguen siendo los mismo, a las
pensiones solo irán ahora 5 euros y por tanto, no habría
suficiencia para pagar las pensiones, el sistema tendría un déficit
de 2 euros (5-7= -2).
Es fácil comprobar, por tanto, que los ingresos con los que se
financian las pensiones públicas se deterioran no solo porque
vivamos más y haya menos gente trabajando (incluso esto puede ser un
factor poco preocupante si logramos, como suele suceder siempre a lo
largo de la historia, que los que trabajan sean más productivos y
que menor número de empleados puedan mantener a más número de
pensionistas). Como en el ejemplo que acabo de poner, el sistema
puede entrar en déficit si la masa salarial disminuye, bien porque
haya menos empleo, bien porque los empleados perciban menos salario.
Por tanto, basar la sostenibilidad del sistema solo en el factor
demográfico del envejecimiento (sin hablar nada de la gran
concentración de la renta a favor del capital que se viene
produciendo) es un truco para rebajar la pensión y lograr lo que he
dicho que de verdad persiguen los bancos y compañías de seguro.
Por tanto, lo que en realidad pone en peligro a las pensiones
públicas (entre otras cosas que explicamos en el libro) no es que
vivamos más años, sino las políticas de austeridad que crean paro,
y que por tanto hacen que haya menos cotizantes. Y, sobre todo, la
mayor desigualdad de rentas, que es lo que se viene produciendo en
los últimos años, porque, como he mostrado en el sencillo ejemplo
anterior, con la desigualdad disminuye la masa salarial con la que se
financian.
En definitiva. El problema que amenaza a las pensiones no es de
naturaleza demográfica. No. Lo que hay detrás es en realidad un
conflicto de intereses entre grupos sociales, entre los de arriba y
los de abajo, entre banqueros y financieros y la inmensa mayoría de
la población que vive de su salario, entre propietarios del capital
y asalariados. Dicho más claramente, es la lucha de clases. Ese
conflicto que dicen que ya no existe para hacernos creer que los
asuntos sociales son neutros y que solo los pueden arreglar los
técnicos mediante fórmulas matemáticas (como las del grupo de
sabios del PP) que nadie más que ellos puede entender.
Lo cierto es todo lo contrario. El futuro de las pensiones
públicas no depende de esas fórmulas sino de la fuerza que tengan
los asalariados para defender sus derechos y para asegurar que sus
ingresos no disminuyan constantemente como viene sucediendo.
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra y
Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
En la discusión actual sobre la supuesta inviabilidad del sistema
de pensiones públicas se está haciendo toda una serie de
aseveraciones, reproducidas algunas de ellas por la llamada Comisión
de Expertos sobre las Pensiones, que requieren una reconsideración a
la luz de la evidencia existente. En tal discusión se asumen
erróneamente varias suposiciones, presentándolas como hechos y
realidades, cuando en realidad la evidencia científica existente las
cuestiona. Entre ellas están las siguientes declaraciones:
1. El hecho de que la esperanza de vida de los españoles haya
crecido seis años en los últimos treinta años quiere decir que las
personas ancianas viven seis años más. Esto no es así. Hay que
saber cómo se calcula la esperanza de vida. Si España, por ejemplo,
tuviera solo dos ciudadanos, uno la Sra. García, que vive hasta que
tiene 80 años, y otro, el pequeño Juanito, que muere al poco de
nacer, entonces la esperanza de vida promedio de España sería
(80+0)/2=40 años. Suponga el lector que treinta años más tarde
España continuara teniendo solo dos ciudadanos. Uno la Sra. Pérez
que, como la Sra. García, muere a los 80 años, y el otro ciudadano,
Manuel, que vive hasta los 20 años. La esperanza de vida de esta
España reciente sería de (80+20)/2=50 años, es decir, diez años
más que la España de ayer. Pero esto no quiere decir, como
constantemente se malinterpreta, que la Sra. Pérez viva diez años
más. En realidad, continúa muriendo a los 80 años. Lo que ocurre
es que el bebé que moría antes, ahora ya no muere y vive 20 años
más.
Y esto es lo que ha ocurrido en España, la mortalidad infantil ha
estado bajando mucho (lo cual ha estado ocurriendo también en la
mayoría de países de la Unión Europea) y con ello la esperanza de
vida (que es el promedio de años de vida que el ciudadano medio
vivirá) ha subido. Pero el aumento de la esperanza de vida no
repercute automáticamente en el mismo aumento de años de vida de
los ancianos.
2. Como consecuencia de que las personas vivan más años,
existe la necesidad de que también trabajen más años. Si viven
seis años más, deberían trabajar seis años más. Este
supuesto ignora la enorme variabilidad en las tasas de mortalidad que
existe en España entre las personas pertenecientes a distintas
clases sociales. Un catedrático de Universidad, por ejemplo, es
probable que viva siete años más que la mujer de la limpieza de la
Universidad en la que él trabaja. Es una medida profundamente
injusta exigir a la segunda persona –la mujer de la limpieza- que
trabaje dos años más (y algunos están incluso hablando de cinco
años más) para pagarle la pensión al primero –al catedrático-.
El retraso indiscriminado de la edad de jubilación es profundamente
injusto. Y es, sin embargo, el criterio que se está utilizando y
promoviendo. Hoy, en España, la persona del decil superior de renta
vive diez años más que la persona del decil inferior. Hacer una
propuesta “igual para todos” sin tener en cuenta la enorme
desigualdad de condiciones de vida y muerte debería ser rechazado
por inmoral y antidemocrático.
3. A mayores años de vida adicionales de la población,
mayor es su capacidad y obligación de trabajar. Esta
observación, derivada de la anterior, continúa ignorando que no
solo la esperanza de vida varía mucho según la clase social, sino
también su calidad de vida. La calidad de vida de los años añadidos
a la longevidad de una persona jubilada varía también de una manera
muy evidente y clara según el tipo de trabajo y empleo (y, por lo
tanto, de clase social del individuo) que ha tenido durante su vida
laboral. A menor nivel de renta de la persona, y a menor autonomía,
creatividad y condiciones satisfactorias del trabajo y empleo que la
persona haya desarrollado, mayor es la discapacidad y limitaciones
“propias de la edad”, con menor deseo de continuar su trabajo. De
esta realidad se deriva el principio aplicado en muchos países –pero
no en España- de que la jubilación es un derecho más que una
obligación. Para la mujer de la limpieza es una bendición el poder
dejar de trabajar. Pero no así para un catedrático, o para un
médico, o para un profesional que goza en su trabajo. La aplicación
del principio de considerar la jubilación como un derecho (como
ocurre ya en muchos países a los dos lados del Atlántico) implica
el derecho a que no haya obligación de jubilarse. Como profesor de
Hopkins yo no tengo el deber de jubilarme. Siempre y cuando el
trabajo esté al nivel que se exige de un profesor de universidad, la
institución no puede jubilarme, como resultado de la ley que prohíbe
la discriminación a los ancianos (una ley, por cierto, que sería
muy necesaria en España, donde la discriminación en contra de los
ancianos es muy acentuada).
4. El mayor problema que determina la necesidad de reformar el
sistema de pensiones es el demográfico. A más gente anciana que
vive más años y menos gente joven, mayor será el problema de la
financiación. Esto no es así, pues se ignoran muchas
realidades. En los sistemas de financiación a base de contribuciones
sobre el trabajo (las cotizaciones sociales), el escenario no
consiste en jóvenes versus ancianos, sino en trabajadores versus
pensionistas. E incluso más importante es la cantidad de la
aportación, que depende del salario y de la productividad. De la
misma manera que ahora el 2% de la población que trabaja en
agricultura produce más alimentos de los que producía el 18% que
trabaja en el campo hace cuarenta años, un trabajador dentro de
cuarenta años producirá y contribuirá muchas veces lo que produce
y contribuye un trabajador ahora. En realidad, el mayor problema que
tiene el sistema de financiación actual de las pensiones no es el
demográfico, sino el laboral, es decir, el escaso porcentaje de
puestos de trabajo, consecuencia, en parte (no de la siempre supuesta
rigidez del mercado laboral) de la escasísima producción de puestos
de trabajo (e incluso más escasa producción de buenos puestos de
trabajo) resultado de un escaso desarrollo de la infraestructura
social y humana del país. Si España tuviera el mismo porcentaje de
la población adulta trabajando en los servicios del Estado del
Bienestar que tiene Suecia, España tendría cinco millones más de
puestos de trabajo. Es esta escasez de puestos de trabajo el problema
de las pensiones contributivas, tema que ni está ni se espera en la
citada Comisión. Es lamentable que la solución que predeciblemente
aparece como más factible sea la reducción de las prestaciones en
lugar de aumentar los recursos para mantenerlas e incluso
expandirlas.
Para profundizar leer Lo que debes saber para que no te roben
la pensión (Espasa, 2013) de Vicenç Navarro y Juan Torres.