Lástima
que se pierdan buenas costumbres. Hoy viviríamos holgadamente del
turismo, aunque seguramente habría problemas de sobrepeso e
hipertensión. Habría también una selección catalana de sumo y la Sagrada
Familia estaría llena de trampas (jaulas descendentes, mallas,
enjambres de flechas) para cazar guiris. Ah, dorada Arcadia...